Y el Cardenal Raúl Silva Henríquez es bendito y fanático, y llama a todos sus fieles a seguirlo y a no abandonar la iglesia y compartir sus riquezas, riqueza que no tiene el pueblo pero igual tienen que compartirla mientras ellos duermen calientitos y con camas de oro y toman vino.
Tiernos curas católicos y cara de ángel
Corto, preciso y extraño.
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